Calle Real de Segovia
Calle Real de Segovia: un paseo entre siglos, historia y emociones
La Calle Real de Segovia no tiene un nombre grabado en mármol ni una placa ostentosa que la identifique como tal. Y, sin embargo, todo el que llega al Acueducto y empieza a caminar cuesta arriba la recorre, casi sin saberlo. En mi caso, fue justo eso lo que sucedió: un tránsito casi sin querer, como si la ciudad me hubiera tomado de la mano y dicho "ven, que ahora vas a conocer mi alma".
Qué es realmente la Calle Real de Segovia
Pese a su nombre tan presente en mapas turísticos y recomendaciones, la Calle Real como tal no existe oficialmente. Es una sucesión de calles que conforman el eje peatonal más emblemático del casco histórico de Segovia: Calle Cervantes, Calle Juan Bravo y Calle Isabel la Católica. Este eje conecta el Acueducto con el Alcázar, y es el verdadero latido urbano de la ciudad.
Recorrerla es atravesar un compendio de estilos: desde el legado romano hasta la arquitectura gótica, pasando por fachadas renacentistas y balcones barrocos. Fue una tarde tibia de primavera. El sol jugaba con las fachadas, algunas de piedra limpia, otras de ese sillar irregular que parece haber sido tallado a ritmo de campanas.
Un paseo de historia viva: monumentos y paradas imprescindibles
A lo largo de esta vía encontramos joyas arquitectónicas como la Casa de los Picos, con su peculiar fachada de sillares en punta de diamante que parecen brotar del muro. Recuerdo caminar despacio, como si no quisiera perderme ni un balcón ni una sombra. Más adelante, el Palacio de los del Río, testigo de linajes nobles segovianos, asoma imponente y sobrio.
Otro punto neurálgico es la Plaza de Medina del Campo, coronada por la estatua de Juan Bravo, héroe comunero. Justo aquí, viví uno de los momentos más emocionantes de mi visita: el sol comenzaba a ponerse, y en la esquina una violinista tocaba algo de Bach. Fue como si el tiempo se hubiera rendido. La luz anaranjada, la música flotando, los turistas en silencio, y yo... con los ojos húmedos sin saber muy bien por qué.
Comercios con encanto y sabores segovianos
Uno de los grandes encantos de la Calle Real es su actividad comercial. A diferencia de muchas calles turísticas de otras ciudades, aquí aún se respira autenticidad. Las tiendas, muchas aún con aire de otra época, me regalaron estampas entrañables: una librería diminuta con volúmenes apilados como torres, un escaparate de dulces donde los ponches segovianos brillaban como joyas, y un anticuario con mapas antiguos que me hipnotizó.
Me detuve en Casa Duque a picar algo: unas croquetas cremosas, un vino de la tierra. Desde la barra vi pasar un grupo de escolares con mochilas más grandes que ellos, riéndose a carcajadas. Me hizo pensar que, pese al paso del tiempo, esa calle siempre ha tenido la misma función: conectar. A los vecinos, a los viajeros, a las historias.
Curiosidades de la Calle Real
- No hay ningún cartel que diga "Calle Real", lo que alimenta el encanto de este lugar. Es una calle que se nombra con la memoria.
- Cada tramo tiene nombre propio, pero todos forman parte del mismo relato.
- Hay detalles escondidos por doquier: una frase en latín grabada en piedra, una gárgola vigilante, una reja forjada con arte.
Recomendaciones para disfrutarla al máximo
Mi recomendación: no tomes la Calle Real como un camino entre dos monumentos. Hazla tu destino. Camina sin mapa, entra donde te llamen los ojos, y si puedes, detente a mirar a la gente. Porque lo más bonito de esa calle no es solo lo que se ve... es lo que se siente al recorrerla: la certeza de que estás caminando sobre siglos de pasos, y que, por un instante, también formas parte de esa historia.
Y es que en la Calle Real de Segovia entendí que hay calles que no se recorren con los pies, sino con la memoria. Y la mía, desde entonces, tiene forma de adoquín segoviano.
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