Alcázar de Segovia

Alcázar de Segovia: el castillo de cuentos que puedes tocar

El Alcázar de Segovia no es solo una postal perfecta, es el sueño de infancia de muchos hecho piedra. Suspendido sobre un promontorio entre los ríos Eresma y Clamores, con su perfil de cuento y su historia real, este castillo ha inspirado generaciones... y alguna película también.

Historia viva entre almenas

Desde el siglo XII, este castillo ha sido fortaleza, palacio real, prisión y academia militar. Por sus pasillos caminaron reyes como Alfonso X y Felipe II. En sus salones se coronó Isabel la Católica. Cada piedra cuenta una historia, cada sala guarda un eco.

Siempre he tenido debilidad por los castillos. De niño, los dibujaba con lápices de colores... Y cuando vi por primera vez una foto del Alcázar de Segovia, supe que algún día tenía que estar allí.

Arquitectura que desafía la fantasía

El Alcázar destaca por su planta triangular y su posición estratégica. Desde abajo se aprecia su forma casi náutica, como si flotara. Dicen que inspiró a Walt Disney para diseñar el castillo de Blancanieves. Y al verlo desde lejos, no cuesta creerlo.

Fue un día de octubre. El cielo tenía esa luz limpia del otoño castellano... y la ciudad olía a hojas secas y a leña. Llegué caminando desde la Catedral, y al final de la calle Daoiz, apareció: imponente, encaramado sobre su roca.

Salones con siglos de historia

En el interior, el tiempo se vuelve tangible. La Sala del Trono, con sus doseles y su respeto silencioso. La Sala de los Reyes, con 46 bustos mirándote desde lo alto. El museo de armamento. Las vidrieras, los techos de madera tallada.

Dentro, la piedra se volvía silencio. Recorrí salas decoradas con artesonados de madera, tapices flamencos, vitrinas con espadas que parecían aún templadas...

Torre de Juan II: las vistas que lo cambian todo

Subir los 152 escalones de la Torre de Juan II es casi un rito. Desde allí se domina toda Segovia: la Catedral, los valles, la muralla, los campos de Castilla.

Me quedé allí un buen rato, con los ojos abiertos y el alma quieta. Pensé en Isabel la Católica, que partió de ese mismo lugar para ser coronada...