Acueducto de Segovia

Acueducto de Segovia: la maravilla que sostiene siglos y almas


El Acueducto de Segovia no es solo un monumento, es un testimonio. Una cicatriz gloriosa en el cuerpo de una ciudad que se sostiene con historia y piedra. Para quienes lo ven por primera vez, su silueta recortada contra el cielo es imponente. Para quienes lo caminan, como me sucedió una mañana de septiembre, es una experiencia espiritual.


Historia milenaria en cada arco


Construido entre finales del siglo I y principios del siglo II d.C., el acueducto es una de las obras de ingeniería romana mejor conservadas del mundo. Fue diseñado para transportar agua desde la sierra de Guadarrama hasta el corazón de Segovia, en un recorrido de más de 17 kilómetros. Lo más fascinante: está ensamblado sin una gota de argamasa.

Recuerdo que caminado por las cuestas adoquinadas, sin mirar el mapa, doblé una esquina y allí estaba. Majestuoso, inmenso, imposible. Sentí vértigo, no por su altura, que ronda los 28 metros en su parte más alta, sino por la sensación de estar frente a algo que desafió al tiempo.


Una ingeniería que desafía los siglos


Con sus 167 arcos de granito, la estructura ha resistido guerras, terremotos y la erosiva paciencia de los siglos. El agua llegaba al llamado "Caserón", pasaba por un depósito de decantación y era canalizada hasta la ciudad. Fue utilizado hasta bien entrado el siglo XX.

En una de esas caminatas sin rumbo, me senté cerca de la Plaza del Azoguejo. Una señora con moño y manos de harina me sirvió un café y me dijo: "Tómelo mirando arriba". Lo hice. Y entre sorbo y sorbo, entendí por qué este monumento no se mira, se contempla. El granito tenía ese tono cálido que solo da el sol de siglos.


El acueducto como corazón de la ciudad


Este coloso de piedra no solo es el símbolo de Segovia, es también su corazón. Desde la Plaza del Azoguejo, el acueducto se extiende como una columna vertebral que ordena el caos medieval de la ciudad. Subí por la calle Cervantes, busqué sus extremos, lo rodeé como quien recorre el espinazo de una historia infinita.

Y como manda la tradición, almorcé cochinillo, porque Segovia sin cochinillo no se entiende. En un restaurante con manteles de tela, un camarero me narró anécdotas del Cándido como si fueran suyas. El crujido del cuero del cochinillo fue casi religioso.


Desde las alturas: el mirador del Postigo


Si quieres una vista única, sube al mirador del Postigo del Consuelo. Desde allí, el acueducto se despliega como un dragón dormido que surca la ciudad. Con la luz dorada del atardecer, su silueta se convierte en un poema de piedra. Me emocioné. Sentí que el acueducto me miraba también, como si reconociera a otro que ama las ciudades con el corazón en carne viva.


Leyendas que alimentan el mito


Una de las historias más populares cuenta que una niña, cansada de subir agua, pidió al diablo que construyera una solución. El demonio aceptó a cambio de su alma, pero al faltar una piedra al amanecer, el trato se rompió. El acueducto, según la leyenda, quedó como está: eterno, pero incompleto. Hoy, una escultura en una hornacina recuerda ese relato.

Para tu Interés

Ubicación

Plaza del Azoguejo, 40001 Segovia, España

Horario

-El acueducto es un monumento al aire libre, accesible las 24 horas. -Centro de Visitantes: de 10:00 a 18:00 (verano hasta las 20:00).

Precio

-Acceso al monumento: gratuito. -Visitas guiadas (opcional): desde 10€ por persona.

Cómo llegar?

-Desde Madrid: tren AVE hasta Segovia-Guiomar y luego bus línea 11 hasta el centro. -Desde el centro de Segovia: acceso a pie desde cualquier punto turístico central.

Consejo Viajero

No te limites a hacerle fotos. Camínalo. Ródealo. Escúchalo. Compra pan de anís en las tiendas cercanas. Habla con los mayores. Y sobre todo, quédate un rato largo, sin prisa. Porque hay lugares que se comprenden con los ojos, pero otros —como este— se entienden con el pecho. Segovia me dejó la certeza de que hay estructuras que no solo sostienen ciudades: también sostienen emociones. El acueducto, con su silencio milenario, me recordó que lo bello perdura cuando nace del ingenio... y de la piedra.

Experiencias en Segovia