¿Cómo llegar a París?
Llegar a París no es solo una cuestión de logística: es parte del viaje, del relato, de lo que luego contarás con una sonrisa. Lo sé porque he llegado a la capital francesa de todas las formas posibles. En cada ocasión, el trayecto fue una historia distinta, una experiencia con personalidad propia. Aquí te comparto toda la información que necesitas para elegir cómo llegar a París según tus necesidades... y tus ganas de aventura.
Llegar a París en avión: rápido y directo

París cuenta con tres aeropuertos principales: Charles de Gaulle (CDG), Orly (ORY) y Beauvais (BVA).
- Charles de Gaulle (CDG): Es el aeropuerto internacional más grande. Desde allí puedes tomar el RER B que te deja en el centro de París (Gare du Nord) en unos 30-35 minutos. También hay buses como Roissybus o servicios privados.
- Orly (ORY): Ideal si vuelas desde dentro de Europa. El Orlyval te conecta con el RER B. También hay buses como Orlybus.
- Beauvais (BVA): Usado por aerolíneas low cost como Ryanair. Está bastante lejos (casi 90 km). El autobús lanzadera te lleva al centro en 1h 15m.
La primera vez que pisé París fue desde el aire, llegando al aeropuerto Charles de Gaulle. Era de noche, y recuerdo mirar por la ventanilla y ver cómo la ciudad se desplegaba como una red dorada bajo mis pies. Esa vista me hizo latir el corazón más rápido. Bajé del avión con una mezcla de emoción y vértigo.
Consejo práctico: Si eliges CDG o Orly, tendrás una llegada cómoda. Si vuelas a Beauvais, considera el tiempo extra y el coste del traslado.
Llegar a París en tren: la opción cómoda y céntrica

París tiene varias estaciones de tren internacionales: Gare du Nord, Gare de Lyon, Gare Montparnasse o Gare de l’Est, entre otras. Los trenes desde ciudades europeas como Londres, Bruselas, Ámsterdam, Frankfurt o Barcelona llegan aquí.
- Desde España: El tren directo de alta velocidad Renfe-SNCF conecta Barcelona y Madrid con París en unas 6-7 horas.
- Desde Bruselas o Ámsterdam: El Thalys es rápido y cómodo (1h 30m desde Bruselas).
Llegar en tren tiene algo romántico: entras a la ciudad por su piel, no por el aire. Vas viendo cómo se transforma el paisaje: campos, casas, fábricas abandonadas, murales, hasta que de pronto aparecen los edificios haussmannianos y ya sabes que estás en París.
Consejo práctico: Si puedes, elige el tren para una llegada más tranquila, directa al corazón de París.
Llegar a París en coche: libertad con advertencias

Ir a París en coche puede ser una gran aventura si te gusta conducir y quieres parar por el camino. Pero ojo con ciertos detalles:
- La Périphérique (circunvalación) puede ser un caos, especialmente en hora punta.
- Aparcar en París es carísimo y difícil. Existen parkings subterráneos, pero el coste es elevado.
- Conduce con precaución: los motoristas en París son impredecibles.
Una vez alquilé un coche en Lyon y conduje hasta París. En el papel parecía una gran idea: libertad, paisajes, paradas cuando yo quisiera. Pero te lo digo sin rodeos: entrar a París en coche puede ser una odisea.
Consejo práctico: Usa el coche si vienes desde ciudades cercanas o quieres explorar pueblos en ruta. Pero una vez en París, mejor muévete en transporte público.
Llegar a París en autobús: económico y reflexivo

Viajar a París en autobús es una opción económica. Empresas como FlixBus, BlaBlaBus o Eurolines ofrecen trayectos desde muchas ciudades europeas.
- Ventaja: precio bajo.
- Inconveniente: trayectos largos e incómodos.
- Llegarás a estaciones como Bercy Seine o Gallieni.
Y sí, también llegué una vez en autobús nocturno desde Ámsterdam. Era un viaje largo, de esos con cuello torcido, cabeceos y sueños interrumpidos. Pero tenía su encanto: ver cómo la oscuridad va cambiando, las luces de gasolineras, las paradas en ciudades pequeñas…
Consejo práctico: Ideal si tienes tiempo y quieres ahorrar. Lleva una almohada de viaje y algo de comida.
Elige cómo llegar, pero déjate llevar
Cada modo de llegar a París me enseñó algo distinto:
- El avión me dio vértigo y asombro.
- El tren, elegancia y transición.
- El coche, paciencia y libertad con límites.
- El autobús, humildad y mirada lenta.
Y todas las veces, al poner el primer pie en la acera parisina, sentí esa mezcla embriagante de historia, arte, caos y belleza que sólo París sabe ofrecer.
Lo importante no es solo llegar: es cómo lo vives. Y en París, cada llegada es un prólogo distinto para una historia que apenas empieza.
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