Plaza de la Bastilla

La Plaza de la Bastilla no es como las otras. No busca enamorarte a primera vista ni regalarte una postal perfecta. Esta plaza, en el corazón del distrito 11 de París, es un espacio donde la historia más cruda de Francia sigue latiendo entre el caos del tráfico y la vida urbana. Aquí no hay fortaleza, pero hay memoria. Y eso se siente desde que pones un pie sobre su asfalto.


Un lugar con historia: Qué fue la Bastilla


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Llegar a la Plaza de la Bastilla fue como entrar en una conversación a medio terminar entre el pasado y el presente. En este lugar se alzaba la famosa fortaleza de la Bastilla, símbolo del absolutismo monárquico, hasta que fue tomada por el pueblo el 14 de julio de 1789, marcando el inicio de la Revolución Francesa.

Hoy, de aquella fortaleza solo queda el recuerdo y algunos vestigios arqueológicos. En su lugar, se alza la Columna de Julio, un monumento verde coronado por el "Génie de la Liberté", una escultura dorada que extiende sus alas sobre la ciudad. Este obelisco recuerda otra revolución, la de julio de 1830. París no olvida, y en Bastilla, lo deja claro.


Qué ver en la Plaza de la Bastilla hoy


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  • Columna de Julio: el centro neurálgico de la plaza, conmemorativa y simbólica.
  • Opéra Bastille: un edificio moderno y controvertido que reemplazó a la antigua estación, y que hoy es uno de los principales escenarios de ópera de Europa.
  • Puerto del Arsenal: un pequeño puerto fluvial escondido al sur de la plaza.
  • Boulevard Richard-Lenoir: desde aquí se instala uno de los mercados más auténticos de la ciudad.


Me senté un rato en el borde de la plaza, cerca del puerto de l’Arsenal, donde empiezan a aparecer los barcos. Miré hacia la Opéra Bastille —moderna, gigante, algo fría— y pensé en qué ironía: donde antes se alzaba una prisión símbolo del absolutismo, ahora hay un templo de arte.


Bastilla hoy: vida urbana, mercados y movimiento


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Bastilla es ruidosa, a ratos caótica, con motos que zumban por todas partes y gente que parece ir siempre a algún sitio urgente. Es una plaza vivida por los parisinos, menos turística que otras, y eso la hace especial.

Tip viajero: Si estás en París un jueves o domingo, no te pierdas el mercado que se instala a lo largo del Boulevard Richard-Lenoir, justo saliendo de la plaza. Es uno de los mercados al aire libre más vivos y auténticos de la ciudad, con frutas, quesos, flores y hasta paella hecha en enormes sartenes.

Uno de los momentos más bonitos fue cuando decidí caminar por la Rue de la Roquette, una calle animadísima que sale desde la plaza. Entré a una pequeña boulangerie y me compré una tarte fine aux pommes, finita, crujiente, con manzana tibia y una pizca de canela. Me senté en un banco y observé a la gente: adolescentes con monopatín, jubilados leyendo el periódico, parejas discutiendo (porque en París también se ama discutiendo). Todo tenía un aire muy real.


Cómo llegar a la Plaza de la Bastilla


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  • Metro: Bastille (líneas 1, 5 y 8), que te deja justo en la plaza.
  • Bus o bici: buena conexión con los barrios del Marais, Nation y Gare de Lyon.

Lo que no me gustó: el tráfico. La rotonda de Bastilla puede ser bastante agobiante para cruzar, sobre todo si vienes en bici o a pie sin mucha práctica. Y en la noche, según el día, puede volverse un poco más caótica de lo que me gustaría.


La Bastilla no es de esas plazas que te enamoran a primera vista. Es más bien una que te confronta, que te obliga a recordar que París también fue revolución, prisión, protesta. Y eso, para mí, la hace imprescindible.

Porque no todo en París es postal: a veces, lo que más te marca es lo que vibra bajo la superficie.

¿Te animas a escuchar lo que Bastilla todavía tiene que decir?

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