Marché des Enfants Rouges
París está lleno de secretos, pero pocos tan bien guardados como el Marché des Enfants Rouges. Fundado en 1615, es el mercado cubierto más antiguo de la ciudad. Está en pleno barrio del Marais, pero si no sabes que está allí, es fácil pasar de largo. Y sin embargo, una vez que cruzas su discreta entrada, te sumerges en un mundo de olores, voces y sabores que no se parecen a nada.
No me acuerdo exactamente qué día era, pero sí recuerdo que el cielo de París estaba cubierto por esas nubes blancas como algodón viejo, que no amenazan lluvia pero tampoco dejan pasar el sol. Caminaba por el Marais, ese barrio que parece un laberinto elegante entre boutiques, puertas de madera centenaria y olor a pan recién hecho. Había leído algo sobre un mercado cubierto, antiguo, casi escondido. El nombre me intrigaba: Marché des Enfants Rouges. Me pareció poético y un poco triste, como si escondiera una historia olvidada. No me equivoqué.
Cultura, comida y corazón

El mercado no es solo un lugar para hacer la compra: es un punto de encuentro de culturas. Puedes encontrar cocina marroquí, japonesa, italiana, libanesa, crepes bretones, comida orgánica, vinos naturales, quesos franceses y mucho más. Todo preparado en puestos pequeños, con gente local cocinando en directo, entre aromas tentadores.
Entré por una puertecita discreta, de esas que uno podría pasar de largo si no se fija. Y de pronto… ¡el bullicio! Voces en francés, risas, el sonido metálico de platos chocando, el crujido del pan al ser cortado. Era como entrar en un pequeño mundo dentro del mundo.
Me dejé llevar por el olfato. Primero fue el olor a especias marroquíes, luego el dulzor del jengibre caramelizado, y finalmente el perfume irresistible de un fromage grillé que me hizo salivar sin vergüenza.
Comer como un parisino (o como quien se enamora del viaje)

Elijo lo que como con intuición, y ese día me senté en uno de los puestos más sencillos, donde un señor japonés preparaba bento con una delicadeza casi ceremonial. Me habló con una mezcla de francés tímido e inglés amable, y me sirvió un bento con salmón glaseado, arroz jazmín y verduras encurtidas que todavía recuerdo como si lo hubiera comido ayer.
Compartí mesa con una pareja de bretones que discutían sobre vino natural. Ella me ofreció un sorbo de su copa —un blanco seco, mineral, casi salado— y hablamos de los mejores quesos de Normandía. Aquella conversación, entre bocados y risas, fue uno de esos momentos inesperados que solo ocurren cuando viajas con el corazón abierto.
Información práctica para tu visita

- Ubicación: 39 Rue de Bretagne, 75003 Paris
- Metro: Filles du Calvaire (línea 8), o Temple (línea 3)
- Horario: Martes a sábado de 8:30 a 19:30, domingo hasta las 14:00. Cierra los lunes.
- Tipo de mercado: Mercado cubierto, con puestos de productos frescos y street food internacional
- Recomendación: Ve sin prisas y, si puedes, evita las horas punta del almuerzo (13:00 - 14:30)
Más allá del mercado: el Marais a tus pies

Estás en el corazón de uno de los barrios más vibrantes y hermosos de París. Tras comer, puedes pasear hasta la Place des Vosges, visitar el Museo Picasso, perderte entre librerías o simplemente sentarte en un jardín escondido.
Antes de irme, compré una pequeña caja de fresas de bosque. Las llevé al jardín de Archives Nationales, a pocos pasos del mercado, y allí, bajo un árbol torcido por los años, las comí una a una. Eran dulces, ácidas, diminutas. Como París misma.
El Marché des Enfants Rouges no es un lugar para ver, es un lugar para sentir. Si alguna vez vas, no corras. Siéntate. Come. Escucha. Y deja que ese rincón del Marais te susurre historias, como a mí aquel mediodía.
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