París con Niños
Viajar a París con niños fue, para mí, como redescubrir la ciudad con unos ojos nuevos, mucho más curiosos, impacientes y sinceros. París, que tantas veces había recorrido solo o en pareja, se transformó en una especie de parque temático urbano lleno de detalles que antes me habían pasado desapercibidos.
Zoo de Paris

Ideal para comenzar el viaje con una actividad relajada pero fascinante para los peques. Este zoológico, ubicado en el Bois de Vincennes, tiene un recorrido bien organizado y con espacios tematizados por continente. Mis sobrinos alucinaron con la zona de Madagascar, y fue fácil avanzar sin prisas, deteniéndonos donde les llamaba la atención. Ver de cerca animales como jirafas y leones hizo que se sintieran como en una expedición real.
Historia y renovación de un clásico parisino
Inaugurado en 1934, el antiguo Zoo de Vincennes formó parte de los grandes proyectos naturales de París. Con el paso de los años, su estructura original se transformó completamente: tras una profunda renovación entre 2008 y 2014, el recinto renació bajo el nombre Parc Zoologique de Paris, combinando ciencia, conservación y diseño sostenible.
Hoy es un espacio moderno donde cada detalle está pensado para respetar los ecosistemas naturales de los animales y ofrecer una experiencia educativa y envolvente. El resultado es un recorrido que invita a viajar por los cinco grandes biomas del planeta sin salir de París.
Un recorrido por los cinco mundos del zoo
Caminar por el Zoo de París es como dar la vuelta al mundo. Las familias atraviesan sabanas africanas, selvas tropicales, zonas de Patagonia y bosques europeos. En cada espacio, los animales viven en hábitats amplios y recreados con precisión:
– Sahel–Sudán, hogar de jirafas, leones y rinocerontes.
– Amazonia, con sus mariposas de colores y tamarinos saltando entre las ramas.
– Guayana, donde los jaguares se deslizan en silencio.
– Europa, con lobos, linces y aves majestuosas.
– Madagascar, repleta de lémures curiosos que hacen las delicias de los más pequeños.
Los niños disfrutan especialmente de las áreas interactivas, donde pueden observar de cerca reptiles, aves o pequeños mamíferos, siempre guiados por paneles educativos que explican la biodiversidad de forma divertida y clara.
Actividades y experiencias familiares
El Zoo de París está pensado para que los niños aprendan jugando. A lo largo del recorrido hay zonas de descanso, áreas de picnic y actividades educativas adaptadas a diferentes edades. En primavera y verano se organizan talleres, visitas guiadas y demostraciones sobre la alimentación o los cuidados de los animales.
También hay rutas autoguiadas con temáticas como “Los animales del desierto” o “Pequeños exploradores”, que invitan a los niños a convertirse en pequeños naturalistas por un día. Y para los más curiosos, el pabellón de la Gran Serre tropicale (gran invernadero) es una aventura mágica entre sonidos, humedad y vegetación exuberante.
Consejos prácticos para la visita
El Zoo de París se encuentra en el distrito 12, junto al Bosque de Vincennes. Se llega fácilmente en metro (línea 8, estación Porte Dorée) o en tranvía (línea T3). Abre todos los días del año, aunque los horarios cambian según la temporada.
Conviene comprar las entradas con antelación, especialmente los fines de semana o en vacaciones escolares. El recorrido completo suele llevar entre tres y cuatro horas, ideal para combinarlo con un picnic o con una visita al Lago Daumesnil, a solo unos pasos.
El parque dispone de cafeterías, zonas de sombra, alquiler de carritos para niños y espacios adaptados. En otoño y primavera, el clima templado hace que los animales estén más activos, ofreciendo una experiencia más viva y fotogénica.
Parque Asterix

A solo 35 km de París, el Parque Astérix es una alternativa menos saturada que Disneyland y con mucho encanto. Aquí, los niños se sumergen en el mundo de los galos con atracciones temáticas, espectáculos y zonas de agua. Lo que más disfrutamos fue la zona de juegos acuáticos y las montanas rusas suaves para los más pequeños.
Un parque temático con alma gala
Inaugurado en 1989, el Parque Astérix fue el primer gran parque temático francés, anterior incluso a Disneyland París. Su ambientación combina humor, historia y espectáculos visuales que celebran la herencia de la cultura gala.
El recinto se divide en seis mundos temáticos: La Galia, el Imperio Romano, Grecia, Egipto, los Vikingos y A Través del Tiempo, cada uno con su propia atmósfera, decorados y atracciones. Desde el sonido de las gaitas hasta el aroma del pan recién horneado en las tabernas, todo está pensado para sumergir al visitante en una experiencia sensorial y narrativa.
Atracciones para todas las edades
Los niños pequeños disfrutan en La Forêt d’Idéfix, un espacio encantador lleno de juegos, tiovivos y pequeñas montañas rusas adaptadas. Las familias pueden navegar por ríos salvajes, enfrentarse a romanos de cartón piedra o subir a las naves giratorias de Les Petits Drakkars.
Para los más aventureros, el parque ofrece emociones fuertes como OzIris, una montaña rusa invertida inspirada en la mitología egipcia; Tonnerre 2 Zeus, una de las atracciones de madera más vertiginosas de Europa; o Pégase Express, ideal para compartir la adrenalina con los niños más grandes.
Además, varios espectáculos se presentan a lo largo del día: combates entre galos y romanos en el coliseo, acrobacias acuáticas o desfiles con los personajes más queridos —Astérix, Obélix, Panorámix o el perro Idéfix— que se pasean por las calles saludando a los visitantes.
Una experiencia gastronómica muy gala
Entre una atracción y otra, llega el momento de reponer fuerzas. Los restaurantes del parque ofrecen desde menús familiares hasta banquetes inspirados en los banquetes del cómic: carnes a la parrilla, crepes dulces, baguettes crujientes y el inconfundible aroma del jabalí asado, emblema de la aldea gala.
También hay zonas de picnic, cafeterías y terrazas donde descansar a la sombra de los árboles. En verano, las fuentes y las atracciones acuáticas se convierten en un alivio perfecto frente al calor.
Consejos prácticos para la visita
El Parc Astérix se encuentra en Plailly, a unos 40 minutos del centro de París. Se puede llegar en coche, en autobús lanzadera desde el aeropuerto Charles de Gaulle o con excursiones organizadas que incluyen transporte de ida y vuelta.
Conviene comprar las entradas con antelación, especialmente los fines de semana y vacaciones escolares. La visita completa puede ocupar un día entero, aunque muchos visitantes optan por dormir una noche en alguno de los hoteles temáticos del parque, como Les Quais de Lutèce, inspirado en la antigua Lutecia romana.
El parque abre de abril a enero, con eventos especiales en Halloween (Peur sur le Parc) y Navidad, cuando las luces, la nieve artificial y los espectáculos temáticos transforman el recinto en un auténtico cuento de invierno.
Parque Astérix con niños: diversión que deja huella
Visitar el Parc Astérix en familia es adentrarse en un mundo donde el humor, la historia y la emoción se dan la mano. Los niños se asombran con los guerreros galos, los padres redescubren las aventuras de su infancia y todos terminan el día con una sonrisa y la sensación de haber vivido algo especial.
Entre gritos de emoción, olor a hierba mojada y el eco de las risas en las montañas rusas, el parque deja una huella alegre y duradera en el recuerdo de quienes lo visitan.
Disneyland Paris

Un clásico infalible. Si bien ya lo había visitado antes, vivirlo con niños fue otra historia. Desde el momento en que cruzamos las puertas, la emoción fue absoluta. Los desfiles, los personajes en vivo, las atracciones como "Peter Pan's Flight" o "It's a Small World"... Todo fue pura fantasía. Acabamos agotados, pero con una energía de alegría que solo un lugar así puede dar.
Historia de un sueño europeo
Inaugurado en 1992, Disneyland París fue el primer parque Disney en Europa. Concebido como una mezcla entre el encanto francés y la fantasía americana, su diseño está lleno de guiños a la cultura europea: vitrales inspirados en Versalles, arquitectura victoriana reinterpretada y jardines que evocan los parques clásicos de Francia.
El complejo se divide en dos grandes parques: Disneyland Park, el corazón clásico donde viven Mickey, Minnie y las princesas, y Walt Disney Studios Park, centrado en el cine, los efectos especiales y las atracciones más modernas. A su alrededor se encuentran hoteles temáticos, lagos artificiales, tiendas, espectáculos nocturnos y un sinfín de detalles que hacen del conjunto una auténtica “ciudad mágica”.
Qué ver y hacer en Disneyland París
El Disneyland Park está dividido en cinco zonas temáticas que transportan a diferentes mundos:
Main Street U.S.A., una recreación nostálgica de un pueblo americano del siglo XIX, lleno de tiendas y desfiles.
Adventureland, donde los barcos piratas y los templos perdidos hacen soñar a los aventureros.
Fantasyland, el reino de los cuentos, con atracciones como Peter Pan’s Flight o It’s a Small World.
Discoveryland, el territorio de los visionarios, inspirado en Julio Verne y sus viajes extraordinarios.
Frontierland, un homenaje al viejo oeste con montañas rusas y barcos a vapor.
En el Walt Disney Studios Park, los visitantes descubren el mundo del cine y la animación, con espectáculos de acción, decorados reales y atracciones como Ratatouille: The Adventure o Avengers Campus, donde los héroes de Marvel cobran vida.
Cada noche, el cielo se ilumina con el espectáculo Disney Dreams, una sinfonía de fuegos artificiales, proyecciones y música que transforma el castillo en un lienzo de luz y emoción.
Disneyland París con niños: magia a su medida
Para los más pequeños, cada rincón es una sorpresa: desde los encuentros con personajes hasta las atracciones suaves, los desfiles coloridos y las áreas de juego. Los niños pueden abrazar a sus héroes favoritos, conseguir autógrafos, disfrazarse de princesa o caballero y sentirse parte del cuento.
Los padres, por su parte, disfrutan al ver sus rostros de asombro y redescubren, casi sin querer, la emoción de la infancia.
El parque cuenta con todos los servicios familiares: alquiler de carritos, zonas de descanso, menús infantiles y cambiadores distribuidos estratégicamente.
Consejos prácticos para la visita
- Cómo llegar: Disneyland París se encuentra en Marne-la-Vallée, a solo 35 minutos del centro de París en tren RER A. También se puede acceder con autobuses directos desde los aeropuertos Charles de Gaulle y Orly, o con excursiones organizadas que incluyen transporte y entrada.
- Cuánto tiempo dedicar: Lo ideal es pasar dos o tres días para disfrutar de ambos parques sin prisas. Muchos visitantes optan por alojarse en los hoteles del complejo, cada uno con su propio encanto: el elegante Disneyland Hotel, el colorido Hotel Cheyenne o el natural Davy Crockett Ranch.
- Cuándo ir: Primavera y otoño son las mejores estaciones, con clima templado y menor afluencia. En verano, el parque brilla con horarios extendidos; en invierno, se llena de luces, nieve artificial y el espíritu navideño más mágico de Europa.
Jardines de Luxemburgo
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Uno de los primeros lugares donde vi la magia suceder fue en los Jardines de Luxemburgo. Mientras yo admiraba las estatuas y pensaba en historia, ellos corrían hacia los barquitos de vela del estanque central. Alquilamos uno, le colocaron una pequeña bandera roja y lo lanzaron al agua con un palo de madera. Estuvieron media hora siguiendo su rumbo como si fuera un viaje transatlántico. Y yo, feliz, viendo cómo un simple juego los hacía entrar en una dimensión más lenta, más lúdica, más… parisina.
Historia y alma de un jardín real
El origen de los Jardines de Luxemburgo se remonta a 1612, cuando María de Médici, viuda de Enrique IV, decidió crear un palacio y unos jardines inspirados en su Florencia natal. Mandó construir el elegante Palacio de Luxemburgo y rodearlo de jardines al estilo italiano, con parterres geométricos, fuentes y avenidas arboladas.
Con el paso de los siglos, el jardín se transformó en un refugio para artistas, estudiantes y familias parisinas. Hoy, aunque pertenece al Senado de Francia, que tiene su sede en el palacio, el parque está abierto al público y se ha convertido en uno de los espacios más queridos de la ciudad.
Caminar por sus senderos es pasear entre historia, arte y vida cotidiana.
Qué ver y hacer en los Jardines de Luxemburgo
El jardín ocupa 25 hectáreas y combina zonas formales con rincones naturales. Su punto central es el gran estanque, donde los niños alquilan barquitos de madera y los empujan con varas, una tradición que se mantiene desde hace más de un siglo.
Junto a él se encuentra la imponente Fuente de Médici, una joya barroca escondida bajo los plátanos, donde el murmullo del agua invita al descanso. En los senderos laterales, esculturas de reinas francesas, escritores y mitos clásicos acompañan al paseante: desde Juana de Arco hasta George Sand.
Los más pequeños tienen su propio reino: un gran parque infantil, un teatro de marionetas con funciones cada fin de semana, un carrusel clásico y amplios espacios donde correr y jugar.
Mientras tanto, los adultos pueden disfrutar de las sillas metálicas verdes que se distribuyen por todo el parque, perfectas para leer, descansar o simplemente observar la vida parisina pasar.
En verano, el jardín se llena de música al aire libre: conciertos gratuitos en el quiosco, partidos de ajedrez bajo los castaños y aroma a flores frescas que flota en el aire.
Consejos prácticos para la visita
El Jardin du Luxembourg está situado entre el Boulevard Saint-Michel y la Rue de Vaugirard, en pleno centro de París. Se puede llegar fácilmente en metro (líneas 4 o 10) o a pie desde el Barrio Latino.
El parque abre todos los días, desde el amanecer hasta el anochecer, con horarios que varían según la temporada. La entrada es gratuita, aunque algunas zonas, como los juegos infantiles o las barcas, tienen un pequeño coste simbólico.
Primavera y otoño son las épocas más hermosas para visitarlo: los tulipanes y magnolias en flor llenan el aire de color, y la luz suave de la tarde convierte cada rincón en una postal.
Si viajas con niños, dedica al menos una hora para disfrutar del estanque, las marionetas o un helado en las terrazas del parque.
Jardines de Luxemburgo con niños: un cuento al aire libre
Pocos lugares en París combinan tanta belleza, historia y diversión familiar. Ver a los niños correr entre las estatuas, escuchar las risas junto a la fuente o dejarse llevar por la calma del jardín es una de las experiencias más auténticas de la ciudad.
Los Jardines de Luxemburgo son el escenario ideal para descansar del ritmo urbano y redescubrir la esencia más tierna de París: una ciudad que, incluso en su corazón más clásico, sabe conservar un alma juguetona y poética.
Acuario de París (Cinéaqua)

El Acuario de París, ubicado cerca del Trocadero, es una parada ideal para días lluviosos o de descanso. Sus túneles con tiburones y zonas táctiles encantaron a los niños. Les brillaban los ojos al ver cómo las medusas flotaban como en un cuento de hadas marino. Además, hay pequeñas proyecciones y actividades para que no se aburran ni un minuto.
Historia y ambiente del Aquarium de Paris
El Acuario de París fue construido bajo el Palais de Chaillot, aprovechando antiguas canteras de piedra que formaron una red de túneles perfectos para recrear un mundo submarino. Durante más de un siglo fue un lugar de referencia en Europa, y en 2006 reabrió sus puertas completamente transformado, ofreciendo una experiencia inmersiva y familiar.
Desde entonces, su propuesta combina lo educativo con lo sensorial: tanques luminosos, proyecciones, talleres y espectáculos que invitan a reflexionar sobre la vida marina y la importancia de cuidar los océanos.
Qué ver y hacer en el Acuario de París
El recorrido se extiende por más de 60 acuarios y casi 10.000 peces y criaturas marinas. Las luces tenues, los reflejos azules y el sonido del agua crean una atmósfera que fascina a los niños y relaja a los adultos.
Uno de los grandes protagonistas es el túnel de los tiburones, donde varias especies nadan sobre el visitante en un espectáculo hipnótico de movimiento y silencio. También destacan los tanques dedicados a los corales tropicales, medusas luminosas, caballitos de mar y especies del Atlántico y del Mediterráneo.
Los más pequeños disfrutan especialmente del acuario táctil, donde pueden tocar estrellas de mar o rayas con la ayuda de un educador. Además, el espacio ofrece proyecciones temáticas, pequeños shows con sirenas (según temporada) y talleres para aprender sobre la fauna marina de forma divertida.
Un acuario con vistas a la Torre Eiffel
Pocas experiencias resultan tan parisinas como salir del Acuario y ver la Torre Eiffel brillar a pocos metros. El recinto está situado justo bajo los jardines del Trocadéro, por lo que se puede combinar fácilmente con un paseo por la explanada o un picnic con vistas al Sena.
Muchos viajeros eligen visitarlo en días de lluvia o frío, ya que su interior es cálido, cómodo y completamente cubierto, lo que lo convierte en una excelente opción para disfrutar París con niños durante todo el año.
Consejos prácticos para la visita
El Aquarium de Paris – Cinéaqua está en el distrito 16, con entrada por 5 avenue Albert de Mun, frente a los Jardines del Trocadéro. Se llega fácilmente en metro (líneas 6 y 9, estación Trocadéro).
Abre todos los días del año (excepto el 14 de julio), y la visita dura entre 1 y 2 horas, perfecta para combinar con otros monumentos cercanos.
Conviene comprar las entradas online para evitar colas, especialmente los fines de semana y vacaciones escolares. Hay descuentos para familias y niños pequeños. Dentro del recinto encontrarás cafetería, tienda temática y áreas de descanso.
Acuario de París con niños: aprender, sorprenderse y soñar
Visitar el Acuario de París es una experiencia que despierta todos los sentidos. Los niños se asombran al ver los tiburones, persiguen con la mirada las medusas que parecen bailar en el agua y escuchan con curiosidad las explicaciones de los cuidadores.
Los padres disfrutan del ambiente sereno, la iluminación artística y el encanto de ver a sus hijos aprender sin darse cuenta. Es una de esas visitas que combina cultura, diversión y una conexión genuina con la naturaleza.
Cuando se sale al exterior y la Torre Eiffel aparece frente al cielo de París, el contraste entre el mundo marino y la ciudad vuelve a recordarnos por qué esta capital es única: porque incluso bajo tierra, sabe guardar la magia.
Museo de Arte Lúdico

El Musée Art Ludique (aunque actualmente cerrado por reubicación) fue una joya inesperada. Exhibiciones sobre animación, cómics y videojuegos hicieron que los peques se sintieran dentro de sus películas favoritas. Con mi sobrino mayor, fanático de los superhéroes, pasamos más de una hora en la zona dedicada al universo Marvel.
Historia y contexto
El museo fue fundado por Jean‑Jacques Launier y Diane Launier con la voluntad de dar visibilidad a lo que llaman “el arte lúdico”: dibujos, esculturas, story-boards y diseños de películas de animación, videojuegos, mangas y cómics.
El museo abrió en 2013 en el 13º distrito de París, en los “Docks – Cité de la Mode et du Design”, en el 34 quai d’Austerlitz.
Sin embargo, sufrió problemas de ubicación, financiamiento y fue cerrado; en 2024 se habló de su liquidación judicial.
Por lo tanto, no es actualmente un museo plenamente operativo, aunque algunas de sus exposiciones han continuado como itinerantes o “hors-les-murs”.
Por qué era una visita excelente para familias con niños
- Porque permitía adentrarse en los procesos creativos de películas de animación, videojuegos y cómics: desde el primer boceto al diseño final. Esto fascina a los niños que ya están familiarizados con personajes, películas o juegos.
- Porque eliminaba barreras tradicionales: cómic, manga, videojuego, “arte” clásico, diseño… todo formaba parte de un mismo universo creativo.
- Porque estaba diseñado para “descubrimiento” tanto para adultos como para niños: los padres también podían entender el detrás de escena, lo que convierte la visita en algo compartido y educativo.
Qué ver y hacer
Aunque ya no está en su marco original, esto es lo que típicamente ofrecía el museo (y lo que podrías buscar si alguna exposición vinculada se retoma):
- Espacios dedicados a grandes estudios de animación (como Pixar Animation Studios) con piezas originales: story-boards, maquetas, esculturas.
- Exposiciones de super-héroes (como los universos Marvel Studios o DC Comics) con bocetos, ilustraciones, cámaras especiales.
- Secciones dedicadas al videojuego y al manga: para que los niños que “ya juegan” reconozcan su mundo en un contexto de arte y diseño.
- Talleres, actividades interactivas, firmas de autores y master-class (en ediciones especiales) para público más joven.
Consejos prácticos para la visita (o para estar al tanto)
- Verifica antes de ir: dado que el museo no está en operación permanente actualmente, busca si hay exposiciones temporales o itinerantes vinculadas al “Art Ludique” en París o alrededores.
- Ubicación original: 34 quai d’Austerlitz, 75013 París.
- Ideal para niños a partir de 6-7 años, que ya reconocen dibujos, comics o videojuegos, aunque los más pequeños también lo disfrutarán gracias al impacto visual.
- Combinar con otra visita cercana (por ejemplo al barrio 13º, o al río Sena) para completar la jornada.
- Llevar tiempo suficiente: 1,5 a 2 horas para verlo de forma relajada en familia, aunque si solo hay exposición temporal podría ser menos.
- Consultar tarifas, descuentos familias, actividades infantiles vinculadas. Aunque el museo esté cerrado como establecimiento fijo, algunas exposiciones pueden ofrecer estas facilidades.
Museo del Héroe (Musée Grévin)

Este museo de cera es una experiencia sorprendentemente divertida para los niños. El Museo Grévin incluye figuras de personajes famosos y héroes modernos que los pequeños reconocen al instante. Los míos alucinaban con los futbolistas, los cantantes y los personajes de películas. Además, el teatro de luces al inicio les dejó boquiabiertos.
Historia de un museo con alma teatral
El Museo Grévin nació del sueño del periodista Arthur Meyer y del escultor Alfred Grévin, quienes quisieron crear un espacio donde el público pudiera “ver” a las personalidades de la época antes de la llegada de la fotografía y el cine.
El resultado fue un éxito inmediato: un museo lleno de decorados teatrales, figuras a tamaño real y una ambientación que hacía sentir al visitante dentro de un escenario. Con el paso del tiempo, el museo fue ampliando su colección hasta reunir más de 500 figuras, convirtiéndose en un referente del arte de la cera en Europa.
Su Salón de los Espejos, con juegos de luces y reflejos diseñado originalmente para la Exposición Universal de 1900, sigue siendo uno de los rincones más mágicos de París.
Qué ver y hacer en el Musée Grévin
El recorrido por el Museo Grévin es una auténtica aventura sensorial. Los visitantes atraviesan distintas galerías que representan épocas, lugares y universos distintos:
- La historia de Francia cobra vida con reyes, revolucionarios y personajes legendarios. Es posible encontrarse cara a cara con Juana de Arco, Luis XIV o Napoleón.
- El mundo de las estrellas reúne a músicos, actores y deportistas contemporáneos: desde Brad Pitt o Beyoncé hasta Kylian Mbappé y Zinedine Zidane.
- El universo infantil es un paraíso para los más pequeños, con personajes de dibujos animados, héroes de cómic y figuras entrañables como el Principito.
- El cine y la televisión tienen su propio espacio, donde los visitantes pueden posar junto a personajes de películas francesas e internacionales, recreando escenas icónicas.
La experiencia es completamente interactiva: se pueden hacer fotos junto a las figuras, participar en proyecciones inmersivas y descubrir cómo se crean las esculturas de cera.
Musée Grévin con niños
Pocos museos son tan divertidos para visitar en familia. Los niños disfrutan reconociendo a personajes actuales, riendo con las poses de los héroes de ficción y sintiéndose dentro de una película.
Además, el museo organiza actividades temáticas durante el año —como talleres de creación o visitas guiadas especiales— y cuenta con zonas de descanso y tienda de recuerdos con figuras y miniaturas.
El ambiente es luminoso, seguro y muy accesible para familias con carritos o niños pequeños.
Consejos prácticos para la visita
- Ubicación: 10 Boulevard Montmartre, 75009 París, cerca de la estación de metro Grands Boulevards (líneas 8 y 9).
- Horario: abierto todos los días, con horarios que varían según temporada (consulta su web oficial antes de ir).
- Entradas: se recomienda reservar en línea para evitar colas, especialmente en fines de semana y vacaciones. Existen descuentos para familias y niños.
- Duración recomendada: entre 1 y 2 horas para recorrerlo sin prisas.
- Sugerencia: combina la visita con un paseo por las Galeries Lafayette o una parada en la Ópera Garnier, que se encuentran muy cerca.
Una experiencia que mezcla historia y fantasía
El Musée Grévin no es solo un museo, sino una celebración de la imaginación. Es un lugar donde los niños aprenden historia sin darse cuenta, donde los adultos se sorprenden de la perfección de las figuras y donde todos comparten risas y curiosidad.
Entre destellos de luz y ecos de aplausos imaginarios, se siente que París, incluso en cera, sigue siendo puro arte y espectáculo.
Jardin de las Plantas

El Jardin de las Plantas es un pulmón verde en pleno corazón de París y una de las mejores experiencias familiares. Aquí está también el Museo Nacional de Historia Natural, una de nuestras paradas favoritas. La galería de evolución, con esqueletos de dinosaurios y vitrinas llenas de animales, fue una aventura. Salieron de allí convencidos de que habían visto un tigre real. Y no les quise llevar la contraria.
Historia viva de la ciencia y la naturaleza
El Jardin des Plantes nació en 1635 como “Jardin Royal des Plantes Médicinales”, bajo el reinado de Luis XIII. Su objetivo original era cultivar plantas curativas para la medicina, pero pronto se convirtió en un centro de investigación y aprendizaje.
Durante la Ilustración, los grandes naturalistas franceses —Buffon, Cuvier, Lamarck— trabajaron aquí, y el jardín se transformó en un símbolo del conocimiento científico europeo.
Hoy forma parte del Muséum National d’Histoire Naturelle, un conjunto excepcional donde la botánica, la zoología y la paleontología se dan la mano para educar y asombrar.
Qué ver y hacer en el Jardin des Plantes
El jardín se organiza como una gran sinfonía de espacios temáticos, cada uno con su propio encanto.
El paseo botánico recorre avenidas llenas de flores, plantas medicinales y especies traídas de todo el mundo. En primavera, los tulipanes y las peonías llenan el aire de color y perfume.
Los invernaderos tropicales (Grandes Serres) invitan a entrar en un microclima cálido y húmedo donde crecen palmeras, helechos y orquídeas exóticas. Los niños disfrutan observando las plantas gigantes y aprendiendo cómo se adaptan a sus ecosistemas.
La Gran Galería de la Evolución es el corazón científico del lugar: un edificio monumental donde esqueletos, fósiles y animales disecados muestran la historia de la vida en la Tierra. Ver la majestuosa manada de elefantes o las ballenas suspendidas del techo deja sin palabras a visitantes de todas las edades.
La Galería de Paleontología y Anatomía Comparada es otro tesoro: esqueletos de dinosaurios, mamuts y criaturas prehistóricas que fascinan a los más curiosos.
Y para completar la experiencia, el pequeño zoo del jardín, conocido como Ménagerie du Jardin des Plantes, alberga más de 500 animales en un entorno histórico y natural. Es uno de los zoológicos más antiguos del mundo y perfecto para visitar con niños pequeños.
Jardin des Plantes con niños
El Jardin des Plantes es una joya familiar. Los niños pueden corretear libremente, descubrir insectos, ver jirafas, tocar hojas extrañas o admirar fósiles gigantes. Cada espacio está pensado para despertar la curiosidad y el respeto por la naturaleza.
En verano, hay talleres y actividades educativas que enseñan sobre biodiversidad, reciclaje o energía, siempre de forma participativa y divertida. Las terrazas con bancos y las zonas de sombra lo hacen ideal para descansar o hacer un picnic entre visitas.
Consejos prácticos para la visita
- Ubicación: 57 Rue Cuvier, 75005 París. Muy cerca de la estación Gare d’Austerlitz y del Barrio Latino.
- Acceso: metro líneas 5 y 10, estación Austerlitz o Jussieu.
- Horarios: el jardín abre todos los días desde las 7:30 u 8:00 según la temporada; los museos y galerías, desde las 10:00 (cerrados los martes).
- Entradas: la entrada al jardín es gratuita; las galerías, invernaderos y el zoo tienen precios independientes y descuentos para familias y niños.
- Duración recomendada: entre 2 y 4 horas para disfrutarlo con calma.
- Mejor época: primavera y otoño, cuando los colores y la luz realzan la belleza de las flores y la arquitectura.
Parque de la Villette

En el Parque de la Villette, los niños pueden correr, jugar y explorar sin límites. Tiene áreas de juego temáticas, una Cité des Enfants interactiva y espectáculos que varían según la temporada. Además, hay zonas verdes ideales para un picnic improvisado. Es el tipo de lugar donde puedes pasar una tarde entera sin darte cuenta.
Historia y espíritu del parque
El Parc de la Villette ocupa los terrenos de los antiguos mataderos de París. En los años 80, el arquitecto Bernard Tschumi transformó este espacio industrial en un parque urbano vanguardista, combinando arte, arquitectura, espacios verdes y centros culturales.
Hoy, con más de 55 hectáreas, es el mayor parque de la capital y uno de los más innovadores de Europa. Su diseño rompe con los esquemas tradicionales: en lugar de avenidas simétricas, hay estructuras rojas llamadas folies, jardines temáticos, áreas de juego y salas de conciertos, todo conectado por senderos, puentes y zonas verdes que invitan a la exploración.
Qué ver y hacer en el Parque de la Villette
El parque está lleno de rincones únicos que combinan naturaleza, cultura y diversión:
- La Cité des Sciences et de l’Industrie, el gran museo de la ciencia de París, es la estrella del recinto. Aquí los niños pueden experimentar, tocar, construir y descubrir cómo funciona el mundo. Sus áreas interactivas —como la Cité des Enfants— están pensadas especialmente para distintas edades, desde los más pequeños hasta los adolescentes.
- La Géode, una esfera metálica gigantesca, alberga una sala de proyección IMAX espectacular donde el cine se vive en 180 grados de imagen y sonido envolvente.
- La Philharmonie de Paris, con su auditorio de diseño ondulante, ofrece conciertos familiares, talleres musicales y exposiciones interactivas para acercar la música a todas las edades.
Además, el parque está lleno de jardines temáticos: el Jardin des Dunes et des Vents, donde los niños trepan, se deslizan y corren entre toboganes y redes; el Jardin des Bambous, que recrea una selva tranquila; o el Jardin du Dragon, con un enorme dragón de acero que es, en realidad, un tobogán gigante.
En verano, la Ciné en Plein Air de la Villette transforma el césped central en un cine al aire libre donde familias y amigos se reúnen bajo las estrellas.
La Villette con niños
Pocos lugares en París ofrecen tantas opciones para disfrutar en familia. Los niños se sienten libres, seguros y estimulados: pueden jugar al aire libre, descubrir el universo, aprender sobre la energía o simplemente correr entre las folies rojas que salpican el paisaje.
La Cité des Enfants, dividida en secciones para 2–7 años y 5–12 años, es una experiencia imperdible: experimentos de agua, mini fábricas, simuladores, juegos de construcción, luz y sonido. Los más pequeños aprenden jugando, y los mayores se sienten científicos por un día.
Para los padres, la visita es un placer visual: el contraste entre las estructuras metálicas, los canales y los jardines ofrece una imagen moderna y diferente de París, lejos del bullicio del centro.
Consejos prácticos para la visita
- Ubicación: 211 Avenue Jean Jaurès, 75019 París.
- Acceso: metro línea 5 (Porte de Pantin) o línea 7 (Porte de la Villette).
- Horarios: el parque está abierto todo el día; los museos y atracciones tienen horarios propios.
- Entradas: el acceso al parque es gratuito; los museos, exposiciones y espectáculos tienen precios variables.
- Duración recomendada: medio día o jornada completa si se incluyen las visitas a la Cité des Sciences o la Géode.
- Sugerencia: lleva picnic o merienda; hay zonas verdes perfectas para descansar entre actividades.
Museo de la Magia

El Musée de la Magie, escondido en el Marais, es uno de esos secretos que encantan a grandes y pequeños. Con autómatas, ilusiones ópticas y pequeños espectáculos en directo, todo es sorpresa. Mis sobrinos no paraban de preguntar: "¿Cómo hizo eso?". Y lo mejor fue que salieron inspirados, haciendo sus propios trucos en la cena.
Historia y espíritu del museo
El Musée de la Magie fue creado por el coleccionista Georges Proust, un apasionado de la historia del ilusionismo y fundador de la célebre Académie de Magie. En las antiguas bodegas abovedadas del Hôtel de Saint-Paul —a pocos pasos de la Place des Vosges—, reunió una impresionante colección de objetos, máquinas y decorados dedicados al arte de sorprender.
El resultado es un espacio insólito, lleno de ingenio y nostalgia, donde cada rincón cuenta una historia: los trucos de los prestidigitadores, los secretos de los autómatas, las linternas mágicas que dieron origen al cine o los juegos de perspectiva que desafían la lógica.
Qué ver y hacer en el Museo de la Magia
La visita comienza en penumbra, entre vitrinas que guardan siglos de ilusiones: varitas, sombreros, cajas de desaparición, maquetas de escenarios y antiguos carteles de espectáculos. Los niños se maravillan con los mecanismos escondidos tras los trucos, mientras los padres descubren los orígenes científicos y artísticos de la magia.
Uno de los espacios más encantadores es la galería de autómatas, con figuras mecánicas que cobran vida al girar una manivela o al pulsar un botón. Son pequeños teatros en miniatura donde payasos, músicos o animales se mueven al ritmo de una melodía.
Pero el momento más esperado llega con el espectáculo de magia en directo. Varios veces al día, los magos del museo suben al pequeño escenario para realizar trucos de cartas, desapariciones o ilusiones ópticas que dejan a los visitantes boquiabiertos. Todo con un tono cercano, divertido y participativo: los niños se convierten en ayudantes del mago, y las risas llenan la sala abovedada.
Museo de la Magia con niños
El museo es una auténtica joya para visitar en familia. Es compacto, interactivo y lleno de sorpresas visuales, perfecto para despertar la curiosidad y la imaginación de los más pequeños.
Recomendado a partir de los 6 años, aunque los más pequeños también disfrutan con los colores, sonidos y autómatas. Los talleres de magia y las demostraciones hacen que la experiencia sea dinámica y educativa, enseñando que detrás de cada ilusión hay creatividad, ciencia y arte.
Consejos prácticos para la visita
- Ubicación: 11 Rue Saint-Paul, 75004 París (barrio del Marais, a pocos minutos de la Place des Vosges).
- Acceso: metro líneas 1 y 7, estación Saint-Paul o Pont Marie.
- Horarios: abierto los fines de semana y durante vacaciones escolares; consulta su web oficial para horarios actualizados.
- Entradas: incluye acceso al Museo de la Magia y al Museo de los Autómatas. Hay descuentos para niños, familias y grupos.
- Duración recomendada: alrededor de 1 hora y media.
- Sugerencia: combina la visita con un paseo por el Marais, lleno de tiendas, heladerías y rincones históricos ideales para familias.
Momentos mágicos sin planificar
Después vino el carrusel de la Torre Eiffel. Porque sí, hay una Torre Eiffel de hierro y otra, aún más mágica, hecha de luces giratorias y caballitos que suben y bajan al ritmo de una melodía nostálgica. Ahí, los niños se reían con esa risa pura que uno ya ha olvidado cómo soltar. Y yo, con un chocolat chaud en mano, me sentí parte de una postal.
Cerramos el viaje con una tarde en Montmartre, donde un pintor les hizo una caricatura que aún guardan. Comimos crêpes de Nutella en la Place du Tertre mientras un violinista tocaba La Vie en Rose. No sé si ellos sabían lo que sonaba, pero dejaron de hablar, hipnotizados por la melodía.
Viajar a París con niños no es más difícil. Es distinto. Es más lento, más sensorial, más honesto. Te obliga a dejar el mapa y seguir a quien ve en cada esquina una posibilidad de juego.
Y sí, acabas agotado. Pero también con el corazón más lleno. Porque París, cuando se ve desde un metro y medio de altura, no solo es más divertida… es absolutamente mágica.
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Entrada a la 3ª planta de la Torre Eiffel

