Qué ver en París en 2 días

París no se visita, se vive. Es una ciudad que no se deja descubrir con prisas, pero si solo tienes 48 horas, puede regalarte momentos tan intensos que se quedaran contigo para siempre. Esta guía para ver París en 2 días no es una lista de casillas que tachar, es una invitación a dejarte seducir por sus calles, sus sabores y su magia. Aquí empieza tu ruta para vivir París en dos días, basada en una experiencia real, llena de rincones secretos, sensaciones y suspiros.


Día 1: El hechizo comienza


Mi viaje comenzó llegando en tren desde Bruselas. Al salir de la Gare du Nord, me invadió ese olor a pan recién hecho mezclado con el rumor urbano de una capital que nunca pierde su elegancia. Me alojé en un pequeño hotel en el Barrio Latino, cerca de la rue Mouffetard, una calle con alma de mercado antiguo y juventud eterna. Dejé la mochila y salí sin mapa, como si mis pasos ya supieran dónde ir.



Gare du Nord



Barrio Latino


Mañana: Notre-Dame y Jardines del alma


La Île de la Cité es un clásico que no puede faltar. Aunque Notre-Dame esté cerrada por restauración, sólo verla desde fuera impone. Frente a ella, un músico callejero tocaba "La Vie en Rose", mientras yo merendaba una baguette con queso brie. Fue un instante suspendido en el tiempo.


"Fue uno de esos momentos en los que el tiempo se diluye y sólo existe el presente."


Tras cruzar el Sena por el Pont Saint-Michel, me perdí entre los senderos del Jardín de Luxemburgo, uno de los parques más bonitos de París. Aquí no hay monumentos que ver, hay paz que sentir. Puedes sentarte en una de sus clásicas sillas verdes, pedir un café y simplemente observar.


"Los niños jugaban con veleros en el estanque, y yo me senté con un libro que nunca llegué a abrir. A veces, París no necesita palabras."



Île de la Cité



Notre-Dame



Pont Saint-Michel



Jardines de Luxemburgo


Tarde: Montmartre y el arte de perderse


Desde allí tomé el metro hacia Montmartre, el corazón bohemio de París. Subí a pie hasta la Basílica del Sagrado Corazón, un pequeño esfuerzo que vale la pena por las vistas panorámicas. En las calles cercanas, artistas, retratistas y poetas se mezclan con turistas y vecinos. París aquí se siente libre y desinhibida.

"Compré un crepe de Nutella en una esquina, y un tipo vestido como si saliera de los años 30 me habló de amor y de pintura. No sé si era un artista real o parte del decorado parisino… pero funcionó."




Barrio Montmartre



Basílica del Sagrado Corazón


Noche: cena con vistas


Puedes terminar el primer día con una cena cerca del Moulin Rouge, o volver hacia el centro y cenar junto al río Sena. Ambas opciones ofrecen un ambiente romántico y perfecto para cerrar el día.




Moulin Rouge

Día 2: Arte, monumentos y un final que brilla


Desayuno parisino y Louvre sin prisas


El segundo día comenzó con un desayuno en Le Pain Quotidien, donde el croissant crujía como si contara un secreto al romperse. Nada como empezar con un bol de café con leche en una mesa de madera compartida.


"Me levanté temprano y desayuné con un croissant que crujía como si contara un secreto al romperse."

Desde allí, me dirigí al Museo del Louvre. Sabía que no podría abarcarlo todo, así que esquivé la Gioconda y me dejé llevar por las salas egipcias y otras menos transitadas. La luz natural acariciando las esculturas es una experiencia en sí misma.




Le Pain Quotidien



Museo del Louvre


Campos Elíseos, Arco del Triunfo y paseo junto al Sena


Al salir del museo, caminé por el Jardín de las Tullerías, donde hice una parada rápida para comer un hot dog al estilo francés: en baguette, con mostaza fuerte. Luego avancé hacia los Campos Elíseos, hasta llegar al majestuoso Arco del Triunfo.


"A lo lejos se veía el Arco del Triunfo, y decidí llegar allí bordeando el Sena. Ver el Pont Alexandre III con su opulencia dorada y luego, al fondo, la silueta de la Torre Eiffel me erizó la piel."




Jardín de las Tullerías



Campos Eliseos



Arco del Triunfo


Cierre perfecto en la Torre Eiffel


No hay mejor forma de terminar el viaje que en el Campo de Marte, a los pies de la Torre Eiffel. Al anochecer, las luces empiezan a parpadear, y parece que la torre cobra vida.


"Me senté en el Champ de Mars con una copa de vino que me sirvió un simpático senegalés con quien hablé de fútbol y de la vida. Al anochecer, cuando la Torre empezó a titilar como si le latiera el corazón, me sentí ridículamente feliz."



Dos días en París no son suficientes, pero pueden ser inolvidables. No se trata de verlo todo, sino de sentirlo todo. París no es una lista de monumentos; es una emoción continua.


"Si solo tienes 48 horas, no intentes tachar casillas… deja que París te elija. Te prometo que lo hará."



Campo de Marte



Torre Eiffel

Experiencias en París