Francesinha en Oporto

Todavía recuerdo claramente mi primera vez en Oporto. Fue en un otoño húmedo, con un cielo que parecía empeñado en llorar suavemente todo el día. Al bajar del tren en São Bento, sentí la nostalgia que impregna esa estación decorada con azulejos, como si las paredes susurraran cientos de historias vividas. Pero lo que realmente quedó marcado en mi memoria de aquel viaje no fue solo la belleza decadente y encantadora de sus calles empedradas, sino un encuentro gastronómico tan inesperado como contundente: la Francesinha.


¿Qué es una francesinha?



La francesinha (literalmente "francesita") es uno de los platos más emblemáticos de Oporto. Se trata de un sándwich contundente elaborado con pan de molde, jamón cocido, salchicha, linguiça, y filete de ternera o cerdo. Todo esto se cubre con queso fundido y se baña en una salsa espesa y caliente hecha a base de cerveza, tomate y especias. Muchos lo acompañan con patatas fritas y un huevo frito encima.

Había oído hablar de ella muchas veces antes, claro, pero nunca le había dado importancia. “¿Qué tan especial puede ser un sándwich?”, pensé ingenuamente mientras caminaba por la ribera del Duero, empujado suavemente por el aroma de castañas asadas y el lejano rumor de los músicos callejeros.


Origen de la francesinha



Aunque suene muy portugués, la historia de la francesinha tiene raíces extranjeras. Fue creada en los años 50 por Daniel da Silva, un emigrante portugués que volvió de Francia e intentó adaptar el croque-monsieur a los gustos lusos. El resultado fue un plato más potente, con embutidos locales y una salsa inolvidable que se ha convertido en el alma del sándwich.

En una noche particularmente fría y lluviosa, acepté la invitación insistente de João, un amigo local que conocí en uno de mis recorridos. “Te prometo que no vas a probar algo igual en todo Portugal”, me aseguró con una sonrisa traviesa, llevándome hasta una pequeña tasca cerca de la Rua Santa Catarina.


La salsa: el alma de la francesinha



Lo que realmente distingue a una buena francesinha es su salsa. Cada restaurante tiene su propia receta secreta, pero la base suele incluir cerveza, tomate, picante, algún licor, y especias. El resultado es una salsa caliente, intensa, ligeramente espesa, que cubre todo el plato como si fuera una manta.

La Francesinha llegó a mi mesa como una escultura gastronómica, imponente y generosa, cubierta por una capa brillante y dorada de queso gratinado, bañado en una salsa espesa de tonos rojizos que desprendía vapores de pimienta y cerveza. Al primer bocado, sentí como si el mundo se ralentizara alrededor de mí.


¿Dónde comer una buena francesinha en Oporto?


Entre los lugares más recomendados están Café Santiago, Bufete Fase, Brasão y Capa Negra II. Pero lo cierto es que cada persona tiene su favorito. Lo mejor es probar varias durante tu visita y elegir la que más te conquiste.

João se rio fuerte al ver mi cara de sorpresa absoluta. “Es como Oporto”, me dijo guiñándome un ojo, “parece demasiado intensa al principio, pero después te acostumbras y ya no puedes vivir sin ella”.


Más allá de la comida: una experiencia social


La francesinha no es solo comida. Es una excusa para reunirse, para compartir mesa y conversación. Es habitual que la gente la disfrute acompañada de una Super Bock bien fría, en cenas largas que se extienden sin prisa.

Lo más fascinante fue cómo aquella cena se convirtió en algo más que comida: la Francesinha era la excusa perfecta para largas charlas acompañadas de risas, debates apasionados sobre fútbol (inevitablemente sobre el FC Porto, claro), y conversaciones sobre la vida que se extendían durante horas, alimentadas por cerveza fría y confianza creciente.


Mi ritual cada vez que vuelvo a Oporto


Desde aquel primer encuentro, cada visita a Oporto tiene su ritual: buscar una nueva taberna, pedir una francesinha, dejar que la salsa hable por sí sola, y brindar con una Super Bock mientras la ciudad murmura historias entre sus callejuelas.

A partir de ese día, cada vez que vuelvo a Oporto, es casi un ritual personal: buscar alguna pequeña taberna, pedir una Francesinha bien acompañada por una Super Bock helada, y revivir la sensación de confort, amistad y hospitalidad única que esta ciudad me regaló en esa primera noche lluviosa.


Consejos para disfrutarla como un local


  • No la pidas si tienes prisa: una buena francesinha merece tiempo.
  • Siempre acompáñala con cerveza, no vino.
  • Si puedes, compártela: algunos locales ofrecen versiones grandes ideales para dos.
  • Añade patatas fritas y huevo solo si te sientes valiente.

No te mentiré: la Francesinha es contundente, poderosa y ciertamente no apta para estómagos tímidos. Pero, sinceramente, nunca he probado nada que capture tan perfectamente el espíritu franco y cálido de Oporto: esa mezcla de intensidad, alegría y calidez reconfortante.


¿Vas a Oporto? Vive la ciudad a fondo



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No cometas mi error inicial de subestimarla; déjate conquistar por esta obra maestra culinaria que resume, como ninguna otra, el alma de una ciudad que siempre termina robándote el corazón.

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