Bayswater
Bayswater no es el barrio que aparece en las postales de Londres, y sin embargo, encierra una de las esencias más puras de la ciudad. Está escondido entre Hyde Park, Kensington y Notting Hill, como un susurro entre gritos, como una pausa entre monumentos. Y precisamente por eso, es uno de esos lugares donde el viajero no pasa, sino que se queda.
Llegué a Bayswater una mañana de octubre, con el cielo grisáceo típico de Londres que parecía pintado con acuarela diluida. El barrio no me recibió con fanfarrias ni monumentos majestuosos, sino con una discreción encantadora: casas victorianas de fachadas blancas, alineadas como si estuvieran posando para una postal antigua, y una brisa suave que traía consigo el aroma lejano del pan recién horneado y el murmullo de Hyde Park al despertar.
Qué ver y hacer en Bayswater
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La gran ventaja de Bayswater es su ubicación estratégica: está a un paso del pulmón verde de Londres, el maravilloso Hyde Park. Desde Lancaster Gate o Queensway puedes acceder al parque y pasear junto al Serpentine, alquilar una barca o simplemente perderte bajo los árboles.
Recuerdo que me senté junto al lago con una sensación de paz extraña: estaba en el corazón de una de las ciudades más grandes del mundo, y sin embargo todo se sentía íntimo, doméstico, como si Londres me dejara entrar en bata y pantuflas.
Queensway: multiculturalismo en estado puro
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Caminando por Queensway es imposible no notar la mezcla de culturas. Hay restaurantes chinos, tiendas libanesas, supermercados tailandeses y cafeterías que huelen a cardamomo. Me detuve en un local de dim sum, llevado por una familia de Hong Kong que vive en el barrio desde los años 80. Pedí lo que comieran ellos —sin saber exactamente qué era— y terminé probando una sopa caliente que parecía abrazarme desde dentro, justo lo que necesitaba con el frío londinense.
Este contraste constante entre lo clásico y lo diverso es una de las mejores cosas de Bayswater. Aquí puedes desayunar en una tetería tradicional y cenar shawarma mientras cruzas con vistas a hoteles victorianos.
El alma tranquila del West End
Me hospedé en una pequeña pensión de Inverness Terrace, donde la dueña —una señora griega que hablaba con acento mezclado de inglés y nostalgia mediterránea— me ofreció té y conversación en la misma proporción. Fue ella quien me dijo: “Aquí todo pasa cerca, pero nada te atropella”. Y tenía razón. Bayswater está entre mundos: al lado de la opulencia de Kensington y de la algarabía multicultural de Notting Hill, pero conserva una identidad que parece flotar en el tiempo, como una película de los años 60 proyectada en cámara lenta.
Whiteleys: pasado en pausa
Una tarde, entré por curiosidad en la Whiteleys, el antiguo centro comercial ahora semiabandonado, que parecía un vestigio de otra era. Allí imaginé la gloria pasada del lugar, con sus cines y sus tiendas elegantes, y sentí una punzada de melancolía, como cuando uno ve una fotografía familiar descolorida. Esos lugares “en pausa” tienen una poesía especial, como si contaran historias sin palabras.
Vida local: un pub, un trivia y una noche inolvidable
Pero lo más curioso que me ocurrió fue una noche, en un pub diminuto en una callejuela sin nombre. Entré para resguardarme de la llovizna, y terminé bebiendo con un grupo de jubilados que jugaban al trivia night. Me invitaron a unirme —“si eres extranjero, te damos doble puntaje”, me dijeron entre risas—. Perdimos estrepitosamente, pero nunca me reí tanto tratando de adivinar la marca del primer tren subterráneo del mundo.
Cómo complementar tu visita

Desde Bayswater tienes acceso fácil a varios puntos icónicos de la ciudad. Puedes combinar tu estancia aquí con alguno de estos tours:
Por qué alojarse en Bayswater
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Bayswater es un lugar estratégico para los que buscan tranquilidad sin alejarse de lo turístico. Con conexiones de metro como Queensway y Bayswater, puedes moverte rápidamente por la ciudad. Además, los precios suelen ser más bajos que en barrios más centrales como Soho o Covent Garden.
Pero sobre todo, Bayswater te acoge. No te deslumbra ni te abruma. Te observa, te susurra, y te regala escenas cotidianas que se quedan contigo mucho más tiempo que cualquier postal.
Si alguna vez viajas a Londres y quieres sentir la ciudad como un susurro en lugar de un grito, empieza por Bayswater. No te lo anunciará con neones, pero te hará sentir parte de su historia en cada paso.
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