El Faro Restaurante Cádiz: sabor gaditano entre muralla y mar

Dónde está El Faro y qué lo hace especial


En pleno corazón de Cádiz, en la esquina donde se abrazan el mar y la muralla, se encuentra El Faro, uno de los templos gastronómicos más reconocidos de la ciudad. No es un lugar de artificios ni ostentación: su esencia está en la coherencia, en el saber hacer de generaciones, y en una pasión por la cocina gaditana que se siente desde el umbral.

Recuerdo que era una tarde templada de primavera, finales de abril, y venía de recorrer el casco antiguo de Cádiz, con su luz dorada y ese viento suave que me despeinaba sin prisa. Atravesé la Plaza del Mentidero y regresé la mirada hacia la bahía: justo ahí, en la esquina más equilibrada entre mar y muralla, está El Faro. No planeaba comer en un restaurante "de prestigio", pero algo en la fachada encalada, la discreción del local y esa sensación de promesa me atrajeron.


El ambiente: cálido, profesional y gaditano


Al cruzar la puerta, me recibió un espacio donde el diseño no distrae, sino que acoge: paredes claras, madera suave, luz que acaricia la vajilla. El olor a sal, aceite y horno flotaba en el ambiente, como preludio de lo que estaba por venir. No era un lugar que impusiera respeto: al contrario, te invitaba a formar parte de él.

El trato del equipo —desde el maître hasta los camareros— fue tan profesional como afable. Había una sincronía elegante entre ellos: se veían años de entrenamiento, pero también de afecto genuino por su tierra. Me explicaron cada pescado, me hablaron de “la red” con conocimiento de causa, y no escatimaron en detalles sobre el tataki.


Lo que pedí: un viaje entre lo clásico y lo moderno


Entrante: cazón en adobo


Elegí empezar por un clásico gaditano, el cazón en adobo. Fue un retorno a los orígenes, un homenaje a sabores que ya habían calado en mi memoria. Crujiente, con el ácido justo, una mezcla de sal y hierbas que insinúan Andalucía sin gritar. Exquisitamente ligero y evocador.


Principal: atún rojo en tataki


El lomo de atún llegó como una obra de arte. Medallones finos, casi translúcidos en el centro, con semillas de sésamo y una ligera brasa por fuera. El atún tenía esa textura que se siente entre mantequilla y nigiri de templo nipón. Acompañado con un hilito de soja suave y crujiente vegetal —ajos tiernos y brotes—, todo brillaba en unidad exacta.


Compartido: pochas guisadas


Una sorpresa en carta, un guiño a la cocina de cuchara. Tiernas, untuosas, con un punto humeante que evocaba las ollas de mi infancia. Un bocado humilde y reconfortante.


Postre: crema de limón con helado de queso payoyo


Perfecto contraste final. La crema era un estallido de frescura y acidez justa, mientras que el helado aportaba cremosidad y carácter. Me dejó el paladar despierto, limpio y con ganas de recapitular todo lo vivido ese día.


Detalles que cuentan historias


Lo que más me sorprendió no fue un plato puntual, sino esa sensación de unidad creativa: la cocina andaluza contemporánea puede ser fiel y atrevida al mismo tiempo. Vi carteles en los baños con versos de poetas gaditanos; noté vasijas antiguas y utensilios marineros integrados con discreción. Escuché de fondo una versión instrumental de flamenco que acompañaba sin saturar. Todo en El Faro me habló de un lugar que se reconoce a sí mismo.


La despedida y lo que queda


Salí a la terraza y me quedé un rato más mirando el añil del ocaso. El mar olía a profundo, a promesa de otro día. Dentro, en mi estómago, guardaba esa mezcla de tierra y mar que apenas se puede describir con palabras. Esa noche dormí con el gusto aún en la boca, como si Cádiz me hubiera enviado un susurro.


Por qué debes visitar El Faro si estás en Cádiz


  • Es un referente de la cocina gaditana contemporánea.
  • Tiene platos que respetan la tradición sin renunciar a la creatividad.
  • El ambiente es elegante, sin pretensiones.
  • Está ubicado en una zona única, a un paso del mar y del Mentidero.
  • Cada detalle está pensado con amor por Cádiz.


Si buscas un restaurante en Cádiz donde el sabor, la memoria y el mar se fundan en un mismo lenguaje, El Faro es ese lugar. No solo comerás bien: entenderás un poco más de lo que significa esta ciudad.

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