Pollo Paprika

El pollo a la paprika fue uno de esos descubrimientos que llegan sin buscarlos. Yo había ido a Budapest pensando en el gulyás y en el lángos, esos nombres que suenan siempre cuando alguien habla de Hungría. Pero una noche, en un restaurante pequeño cerca de la Basílica de San Esteban, lo vi escrito en la carta: “Paprikás csirke.” Pedí el plato más por curiosidad que por antojo… y terminé encontrando un sabor que me marcó.


Qué es el paprikás csirke



Este plato tradicional húngaro es un guiso de pollo cocinado lentamente en una salsa cremosa con paprika dulce, cebolla y nata agria. El resultado es una mezcla sedosa de sabor ahumado y textura aterciopelada, ideal para los días fríos o las cenas reconfortantes. Se sirve habitualmente con nokedli, unos pequeños ñoquis húngaros perfectos para absorber la salsa.


Historia y origen



El paprikás csirke nació en la región campesina de Hungría como una versión más suave del pörkölt. Con el paso del tiempo, se convirtió en un clásico dominical y en un emblema de la gastronomía nacional. Su evolución ha conservado lo esencial: cebolla, grasa, pollo y paprika húngara de calidad.


Ingredientes esenciales



El plato llegó en una fuente de barro, con la salsa aún burbujeando y un aroma inconfundible: la paprika, dulce y profunda, como si concentrara en sí misma toda la identidad húngara.

Para prepararlo necesitas:

  • Muslos de pollo con piel
  • Cebolla en abundancia
  • Paprika húngara (édesnemes)
  • Caldo de pollo
  • Nata agria (tejföl)
  • Harina para espesar
  • Sal, pimienta y laurel

Al día siguiente, en el Mercado Central de Budapest, compré un paquete de paprika húngara auténtica para intentar reproducirlo en casa. La vendedora me explicó, con gestos más que con palabras, que la clave estaba en usar manteca y no escatimar en cebolla. Yo asentía, aunque entendía poco, fascinado por la pasión con la que hablaba de su especia.


Cómo se prepara



  1. Sofríe la cebolla en manteca o aceite hasta que esté dorada.
  2. Retira del fuego y añade la paprika (para evitar que se queme).
  3. Vuelve al fuego, añade los trozos de pollo y rehoga unos minutos.
  4. Agrega el caldo, laurel, sal y pimienta. Cocina a fuego lento durante 30-40 minutos.
  5. Mezcla nata agria con harina y un poco del caldo, y añádelo al guiso para espesar la salsa. Cocina 5 minutos más sin hervir.


La primera cucharada


La primera cucharada me sorprendió. La textura era cremosa, casi aterciopelada, y el pollo estaba tan tierno que se desprendía solo con el tenedor. Sentí que era un plato de hogar, de domingo, de abuela que cocina sin prisa. No era solo comida: era un abrazo servido en barro.


Acompañamientos tradicionales


Lo clásico es servirlo con nokedli, pero también se puede acompañar con arroz, patatas cocidas o pan rústico. Lo importante es que lo que sirvas al lado pueda recoger hasta la última gota de salsa.


El intento casero


Ya de vuelta, me animé a cocinarlo en mi cocina. Seguí una receta que encontré en un libro de cocina húngara y, aunque el resultado estuvo lejos de aquel plato en Budapest, hubo un instante mágico: cuando la cebolla, la paprika y la crema agria se mezclaron en la sartén, el mismo aroma que me había atrapado en la plaza frente a la basílica volvió a mi casa. Cerré los ojos y por un momento me sentí allí otra vez, con las luces doradas de la ciudad y el murmullo de la gente en la calle.


De todos los platos típicos húngaros que probé, el pollo a la paprika es el que más me emocionó porque combina lo sencillo con lo profundo. No tiene la contundencia del gulyás ni la fiesta callejera del lángos, pero tiene algo íntimo, familiar, que lo hace inolvidable.

Experiencias en Budapest